El juego de mesa se convirtió en un mecanismo de resistencia, la gente volvió su mirada a la importancia del arte, se animó no solo a jugar sino a crear un movimiento por medio del cual la música, el arte y los sueños se junten para hacer una revolución. Andrés y Joha no se rindieron, la gente no podía salir a las calles, pero con sus celulares y computadoras empezaron a crear y de repente ya no eran un pequeño grupo, eran los ciudadanos sumándose a una iniciativa. Poco a poco el mundo empezó a cambiar y hoy el arte se comparte y el juego sigue.